Haber participado en el registro de este trabajo sobre el «Señor de los Milagros» de Lima, encapsulado en el documental REENCONTRARNOS: SOBREVIVIENTES Y AGRADECIDOS, fue una experiencia que trasciende lo técnico para tocar lo profundamente humano.
El video no es solo un conjunto de imágenes; es un testimonio de fe, devoción y, sobre todo, de resiliencia ante tiempos tan complicados como fue en la pandemia por el COVID 19. Se siente la emoción y el impacto de un reencuentro, con un pueblo que, tras la pandemia, vuelve a salir a las calles para agradecer su supervivencia, un sentimiento muy bien resumido en el lema de ese año: «muy fuerte». El registro capta la paz indescriptible y la fe que hace olvidar todo lo demás.
El valor de este tipo de registro sonoro radica en su capacidad de detener el tiempo y preservar la historia y la identidad cultural. Los sonidos no mienten: la banda de música, el ritmo especial de las andas y los aplausos se convierten en cápsulas de un momento único.
Es un puente entre la tradición que narra la historia del Cristo Moreno, desde 1651, y el presente de una comunidad que se reafirma en su fe. Capturar el audio de una devota de 92 años que se siente feliz y le pide a su Señor por su salud, o el agradecimiento por curar un quiste cerebral, es documentar la esencia de un milagro personal y colectivo.
Como parte del equipo de registro, uno reflexiona sobre la responsabilidad de ser el «oído» de la historia. El audio tiene la tarea de transportar a quien escucha, de hacerle sentir la mística que se vive «dentro de la soga» y que te olvidas de todo. Es una labor de humildad y respeto profundo hacia las historias que se están documentando.
Este trabajo se convierte en un recordatorio de que la fe es el amigo que nunca va a fallar, y haber sido la persona que ayudó a registrar las voces de los sobrevivientes de la pandemia, los capataces y las sahumadoras en su acto de profunda devoción, es una de las mayores satisfacciones profesionales.
