Desde niño, la radio fue más que un aparato encendido en casa: era magia pura. Recuerdo escuchar voces que me acompañaban mientras hacía tareas, soñaba o simplemente dejaba que el tiempo pasara. La radio me enseñó a imaginar, a escuchar con atención y a sentir que, sin importar dónde estuviera, siempre había alguien hablando conmigo del otro lado.
Hoy, a 100 años de la radio en el Perú, sigo sintiendo la misma fascinación. A pesar de los avances tecnológicos, de los podcasts, el streaming o los videopodcasts, la radio mantiene una esencia única: la conexión humana. Ha sabido adaptarse, resistir crisis y seguir siendo un medio confiable, cercano y profundamente arraigado en nuestras costumbres.
Como docente universitario, enseñar sobre la radio no es solo repasar su historia o sus formatos. Es compartir una pasión, una forma de comunicar que sigue viva en muchos jóvenes que descubren su potencial.
Para mi, la radio no tendrá final. Cambió, evolucionó y sigue siendo un espacio vital para contar, sentir y transformar realidades. Desde el punto más recóndito hasta la capital, las voces, música, paisajes sonoros y otros recursos que la conforman serán indelebles en el tiempo.
Por ello, ¡Larga vida a la radio en el Perú!





